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SANAR LAS HUELLAS DEL TRAUMA

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El trauma es una experiencia dolorosa que puede afectar profundamente la vida de las personas. Ya sea que se trate de abuso, abandono, violencia o cualquier otra experiencia difícil de gestionar, las emociones asociadas a estas experiencias pueden permanecer atrapadas en el cuerpo, afectando la capacidad de las personas para sentirse seguras, conectadas y satisfechas con la vida. Según Gabor Maté, el trauma puede ser cualquier experiencia que abruma el sistema nervioso y causa una sensación de impotencia o desesperación.

Afortunadamente, existen herramientas poderosas para sanar el trauma, y estas herramientas están respaldadas por la ciencia. Una de las teorías mas importantes es la Teoría Polivagal, desarrollada por el neurocientífico Dr. Stephen Porges y aplicada en la terapia por Deb Dana. Esta teoría nos dice que el sistema nervioso humano está compuesto por tres ramas principales: el sistema nervioso simpático, el sistema nervioso parasimpático y el nervio vago.

Cuando experimentamos una amenaza o un trauma, el sistema nervioso simpático se activa, lo que nos permite luchar o huir para protegernos. Si la amenaza persiste, el sistema nervioso parasimpático entra en acción, disminuyendo nuestra frecuencia cardíaca y reduciendo la respiración. Finalmente, el nervio vago nos ayuda a conectarnos con los demás y a regular nuestras emociones.

La teoría polivagal nos enseña que el trauma puede afectar negativamente la capacidad del nervio vago para conectarse con los demás y regular las emociones. Esto puede causar una serie de problemas emocionales, como ansiedad, depresión y aislamiento social.

LA SABIDURIA DEL TRAUMA

 

Un dramaturgo griego escribió que los dioses crearon a los humanos para sufrir a través de la verdad. Como seres humanos, nuestra responsabilidad es aprender de nuestro sufrimiento y crecer a partir de él.

 

El trauma no es lo que sucede afuera. El trauma es lo que sucede adentro cuando no hay nadie ahí para procesarlo.

 

 

 El trauma puede ofrecernos mucha sabiduría y puede revelar la belleza de nuestra existencia que podemos haber dejado de ver a causa del trauma. La rueda de las cuatro direcciones de Daan Van Kampenhout es esencial para poder ver y comprender “la belleza del trauma”. Toda situación traumática debe ser mirada desde distintas direcciones y enfoques (lo nuevo, la enseñanza, lo quitado y lo que ha permanecido intocable).

Según Gabor, la mayoría de nuestras aflicciones, enfermedades mentales y físicas, tienen su origen en el trauma. Si nos adentramos en el trauma, nos podemos dar cuenta de que nuestras respuestas y huellas no somos nosotros, y que podemos gestionarlas para convertirnos en nosotros. 

A nivel fundamental, el trauma es una desconexión del ser. ¿ Por qué nos desconectamos?.

  1. Porque nos resulta demasiado doloroso ser nosotros mismos. Hemos tenido que readaptarnos para ser admitidos en la sociedad.
  2. No confiamos en nuestra intuición, en nuestra sabiduría innata.

 

LA SANACIÓN ES UN PROCESO, NO UN EVENTO.

 

Para sanar el trauma, debemos recurrir a la COMPASIÓN. Al ser compasivos con nosotros mismos y con los demás, podemos liberarnos del miedo, la vergüenza y la culpa que a menudo están asociados con el trauma. No centrarnos en los “malo” de las personas, sino en lo vivido por esas personas. Además, el trauma suele ser trasgeneracional, trasmitido de generación a generación, y a muy temprana edad; y no sólo tiene que ver con hechos terribles; a veces surge porque están solos y no saben qué hacer con ese “dolor”.

Desde niños, tenemos dos necesidades fundamentales:

  1. El apego. Buscar y sentir la relación con nuestros semejantes.
  2. La autenticidad. La conexión con nosotros mismos y con nuestra intuición.

Tratar a las personas como seres humanos, sin tratar de cambiarlos, es la clave para su transformación. Ofrecerles un espacio de escucha y no juicio , es elemental para crear seguridad y confianza. 

Debajo de las personalidades traumatizadas, existe un individuo sano que jamás ha logrado encontrar cómo expresarse en su vida, porque jamas se le propició un cambio para expresarse; jamás tuvo relaciones en las que pudiera expresa toda la humanidad auténtica.

Todo humano tiene un yo verdadero, genuino y auténtico. Ese yo verdadero, genuino y auténtico, jamás puede destruirse.

Es un proceso dinámico y emergente de confrontarnos con la verdad de que surgirán soluciones. El trauma implica una represión de toda la vida; un gasto tremendo de energía para no sentir dolor. Conforme sanamos , la energía se libera para toda la vida, transformándose en energía vital. El cambio ocurre cuando nos hacemos conscientes de lo que somos, no cuando intentamos convertirnos en lo que no somos.

 

 

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