Mi nombre es Patricia Fernández y mi propósito de vida es claro: ayudar a los demás a través de dos pasiones que me acompañan desde hace más de veinte años, enseñar y tocar con consciencia y amor. Desde mis primeros pasos en el mundo de las terapias manuales descubrí que mis manos eran el canal para acompañar, escuchar y sanar, y que esa vocación de servicio me daba sentido y dirección. A lo largo de mi recorrido me he formado en quiromasaje, osteopatía, reiki y otras técnicas manuales, lo que me ha permitido tener una visión global del cuerpo y de la energía. Durante nueve años ejercí como profesora de quiromasaje, una etapa que me enseñó la importancia de transmitir conocimientos y valores, y que despertó en mí la pasión por compartir experiencias y aprendizajes con otras personas.
De forma natural, mi camino se fue acercando hacia el ámbito de la sexualidad. Un primer contacto con productos eróticos abrió la puerta a un mundo nuevo en el que comencé a hablar de sexo, consenso, límites, permisos y tabúes, siempre desde el humor y la cercanía. Esos encuentros con mujeres me mostraron la necesidad de crear espacios seguros en los que poder hablar de lo que normalmente se calla o se distorsiona, y pronto surgieron círculos, charlas y talleres en los que el compartir se transformaba en una experiencia casi mágica. Las mujeres se abrían, expresaban su emocionalidad y conectaban con lo más profundo de sí mismas, y esos momentos me confirmaban que estaba en el camino correcto.
La formación ha sido una constante en mi vida, siempre con la intención de profundizar y ofrecer más herramientas. Me formé en coaching sexual y de parejas, en sexología aplicada a la educación e intervención social, y en áreas relacionadas con la igualdad, la conciliación y la corresponsabilidad. Cada uno de estos aprendizajes sumó piezas a un puzzle que hoy me permite acompañar desde un enfoque integrador y consciente.
En un momento personal de gran transformación, cuando atravesaba un proceso de separación, llegó a mí el Tantra. Al principio lo vi como una posible solución a mis problemas de pareja, pero pronto descubrí que era mucho más que eso. Recuerdo mi primer taller de iniciación, donde experimenté una conexión energética, emocional y física tan profunda que transformó mi manera de entender la sexualidad y la vida. Aquella experiencia me abrió el corazón y me mostró la presencia y el amor como caminos de sanación. Desde entonces el Tantra se convirtió en un eje fundamental de mi vida, acercándome a conceptos como la sexualidad sagrada, la energía kundalini, la dualidad entre lo masculino y lo femenino y la importancia del autotoque, la respiración y la meditación. En este camino descubrí el masaje tántrico, la unión perfecta entre mis pasiones: la sexualidad, la consciencia y el tacto. De la mano de mi maestra Alicia Amezcua profundicé en sus enseñanzas y durante años colaboré organizando sus talleres, lo que me permitió seguir creciendo y acompañar a otras personas a descubrir esta filosofía transformadora.
Acompaño a las personas a reconectar con su cuerpo, su corazón y su esencia, uniendo consciencia, amor y tacto como caminos de transformación.
Hecho biográfico
Hoy, después de más de dos décadas de experiencia, me siento plenamente alineada con mi misión: acompañar a las personas en su proceso de transformación y autodescubrimiento, integrando técnica, consciencia y amor. Mi trabajo se basa en ofrecer espacios donde cada persona pueda reconectar con su cuerpo, su sexualidad y su vida desde un lugar auténtico y pleno. Creo firmemente que el verdadero cambio ocurre cuando somos capaces de abrir el corazón, de abrazar nuestra esencia y de vivir con presencia, y es desde ahí desde donde pongo al servicio mi experiencia y mi vocación.
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